El nido vacío


     Así se ha quedado mi  casa, como un nido vacío, toda desordenada y silenciosa.

    Tras varios  meses de confinamiento por este dichoso covid19, después de horas y horas de hijos  pegados a sus ordenadores y  libros, recibiendo  clases virtuales para hacer sus exámenes,

    Horas y días peleando entre ellos por los espacios, por los silencios, por la tele o el sofá, por el ultimo helado de chocolate  o un resto de jamón serrano que  llevaba ahí dos días y ya no está... ahora todo es silencio.

    Atrás quedan mis escrutinios de todas las web del mundo mundial marcando pisos como favoritos en distintas paginas de alquiler de vivienda. Midiendo distancias con maps, vigilando que hubiera medios de transporte para llegar a sus clases, o si se podían evitar estos para minimizar los contagios tanto mejor.

    Todo eso ya esta rodando. Pato1 y Pato 2 salieron del nido a sus nuevos alojamientos, mas felices que dos perdices pensando en su  nueva normalidad lejos de casa, horarios o hábitos paternos.... lejos de nosotros.

    Pato 1 ya había estado fuera el año anterior, aunque con los confinamientos a mediados de marzo de 2020 volvió al nido para quedarse. Para Pato 2, es su primera vez. Los dos han encontrado esta situación como una liberación muy deseada. No es que en casa seamos especialmente restrictivos, ni mucho menos, a penas unos miles de comentarios diarios (casi siempre míos) sobre la limpieza, el orden, las horas de llegar... 

    Pero pongámonos en situación, van a una ciudad diferente, no especialmente lejos, con alojamiento a su disposición, a gastos pagados (por los abnegados patos-padres). La nevera llena. Sin horarios. Sin mi melodiosa voz recriminando  que el grill esta lleno de migas,  el suelo sin barrer, la cama deshecha, el baño como si lo hubieran usado un autobús de excursionistas... Vamos, que están mejor que en brazos. 
El señor Pato-padre afirma que siente envidia, nosotros no tuvimos esa oportunidad... eran otros tiempos. A nosotros nos queda soledad y presión para  hacer frente a esos nuevos gastos. Antes teníamos un nido y ahora de repente tres...

    Por suerte nos tenemos el uno al otro  para aunar esfuerzos, desahogarnos y por que no, para intentar disfrutar de nuestra reciente soledad. 



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